#HayFuturo

Rodrigo Azurmendi
5 min readSep 5, 2019

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Siempre que llovió, paró.

Por primera vez en quizás más de una década, el futuro de la Selección Argentina ofrece un panorama alentador, gracias a una camada de jugadores que permiten imaginar un equipo sólido y sustentable.

Está claro que en el horizonte no hay ningún Lionel Messi. Lautaro Martínez es lo más cercano a un prospecto capaz de igualar lo que hizo (y todavía hace a ritmo infernal) el Kun Agüero en el fútbol europeo. Eso es, una cantidad de goles virtualmente insuperable, y un periodo extendido de relevancia en los equipos más fuertes del viejo continente.

Detrás de ellos, hoy no se vislumbra un Javier Mascherano o un Roberto Ayala, o un Juan Sebastián Verón o un Hernán Crespo.

La próxima gran Selección Argentina deberá apoyarse más sobre jugadores sólidos y rendidores, que al parecer llegarán con más variedad que en los últimos 10 años — un periodo en el que sobraron los bajitos habilidosos y escasearon arqueros, laterales, carrileros y zagueros.

Por eso, y dado a que esta Generación Dorada solo cuenta con las medallas de Atenas y Beijing en un palmarés regado de tragos amargos y oportunidades perdidas, me animo a predecir un futuro bastante más feliz.

Si, aunque suene paradójico, me ilusionan más los Cristian Romero, Exequiel Palacios, Nicolás Domínguez y Gonzalo Montiel que lo que lo harían una nueva ola de Ángel Di María o Gonzalo Higuaín.

HAY FUTURO EN LA SALA DE MÁQUINAS

La doble convocatoria reciente (Selección Mayor y Sub-23) deja en evidencia que el recambio está, y que es cuestión de tiempo hasta que se apodere del equipo principal, convirtiéndose en protagonista una vez que comiencen las eliminatorias para el Mundial de Qatar.

La mayoría de los nombres nuevos siguen siendo desconocidos en el plano mundial, pero muchos de ellos ganarán fama a partir del 2020. El mediocampo, quizás el gran déficit de la Era Messi, es donde más variantes aparecen.

El mencionado Domínguez acaba de ser vendido por Vélez al Bolonia italiano. Palacios, la joya de River, emprenderá su periplo europeo a corto plazo. Lo mismo seguro le sucederá a Nicolás Capaldo, el tractorcito de Boca que se ganó el puesto en un club que casi nunca apuesta a la cantera. Siguiendo en el fútbol argentino, se recomienda que disfruten lo poco que le queda a Matías Zaracho de Racing en el plano doméstico. Ídem para Lucas Robertone y Thiago Almada (Vélez), Fausto Vera (Argentinos Júniors) y Alexis MacAllister (ya propiedad del Brighton inglés).

Una vez que salten el charco, ellos se sumarán a un grupo más que interesante conformado por Santiago Colombatto (Cagliari), Matías Vargas (Espanyol), Santiago Ascacíbar y Nicolás González (Stuttgart).

Todos esos jugadores son elegibles para formar parte del plantel en los Juegos Olímpicos de Tokio, y se prevé que varios de ellos estarán listos para reforzar a una mayor que ya cuenta con Rodrigo De Paul, Leandro Paredes y Giovanni Lo Celso, mediocampistas ya establecidos en Europa y de muy buena labor en la Copa América 2019.

EN DEFENSA, LA GUARDIA ALTA

Nicolás Otamendi y Germán Pezzella son hoy por hoy la dupla central de Scaloni. El primero por ser el mejor central argentino desde Ayala (Martín Demichelis y Ezequiel Garay son los únicos que pueden meterse en la conversación), y el segundo casi por descarte, después de incontables pruebas y errores.

Sin embargo, de a poquito se van asomando caras nuevas. Juan Foyth, zaguero por naturaleza, hizo pie en Brasil estacionado en la banda derecha, y eventualmente pasará a ser el patrón de la zaga. Eso le dará lugar posiblemente a Montiel, otro central natural reconvertido en lateral, y cada vez más asentado en River, al punto de perfeccionar el timing necesario en el puesto para ser sorpresa en ataque.

Y eso sin llegar al gran comodín que es Romero, ese joven cordobés que saltó de Belgrano al Genoa, y que en un año fue adquirido por la Juventus en casi 30 millones de euros. Imposible no imaginarlo en Estados Unidos 2026 junto a Montiel, Foyth y a un Nicolás Tagliafico que para sacarle la “3” lo van a tener que ir a buscar con el SWAT.

Igual no es el único. Facundo Mura (Estudiantes) y Marcelo Weigandt (Boca) son titulares en la Superliga Argentina a los 20 años. También lo son Facundo Medina (Talleres), Francisco Ortega (Vélez) y Nahuel Valenti (Lanús), todos de la misma edad.

Ni hablar de los Lucas Martínez Quarta (River, 23 años), Marcos Senesi (recién vendido al Feyenoord holandés), Lisandro Martínez (Ajax), Alan Franco y Francisco Bustos (Independiente), y Nehuén Paz (Atlético Madrid).

Hay cantidad y calidad, y la mayoría de ellos no son solo teorías. Más bien, realidades cada vez más difíciles de ignorar.

ARRIBA, HABRÁ VIDA DESPUÉS DE MESSI

Lautaro ya es presente, y su futuro no tiene techo. El resto deberán acompañar, y candidatos — en un país en el que todos siguen soñando con ser el próximo Diego o Lío — nunca van a faltar.

Si Paulo Dybala no termina de explotar, el encargado será otro. Quizás un chico como Almada o Agustín Urzi (Banfield) o Carlos Valenzuela (Barracas Central). Quizás el renacimiento de Cristian Pavón (LA Galaxy). Quizás den el salto Lucas Ocampos o Joaquín Correa.

Mauro Icardi, ya fuera del Inter de Milán, tiene apenas 26 años. Y Adolfo Gaich, hoy suplente en San Lorenzo pero dueño de un idilio incomprensible con el gol con la celeste y blanca, quizás nos siga sorprendiendo.

TIMONEL TAMPOCO FALTARÁ

Entre Marcelo Gallardo, Mauricio Pocchetino, y Diego Simeone, todos mundialistas, uno de ellos eventualmente agarrará el fierro caliente que es la albiceleste.

El más probable es Gallardo, y el momento es hoy (también lo era ayer, y no nos enojamos si se dilata hasta mañana). Scaloni no tiene experiencia ni pergaminos, pero al menos ya se está encargando de la parte más difícil, que es la de soltarle la mano a los Di María, Lucas Biglia, e Higuaín (faltarían Marcos Rojo y un par más) y de dar vuelta la página.

El talento ya existe. El DT es obvio, y no van a rechazar para siempre la posibilidad de devolverle la gloria a Argentina. El tema es cuando.

Por primera vez en mucho tiempo, da la sensación que la respuesta es más pronto de lo que pensamos.

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